Dicen que casi un tercio de la Tierra es desierto. Un lugar difícil para vivir. A veces prácticamente imposible. No hay agua, ni alimentos, ni gente con la que algo compartir.

Pero no es ese desierto el que debería preocuparnos, no. La mayoría no conocemos lugares así ni quizás los conozcamos nunca.

Es que hay un desierto, quizás más duro, que se encuentra donde nosotros y que quizás, solo quizás, no lo percibimos: Árido, sin esperanza. Porque hay gente junto a nosotros que vive la sequedad de las relaciones humanas, la soledad, la indiferencia, el anonimato más atroz. Gente que, si grita, nadie lo oye; que, si está rendida, acabada, nadie se le acerca; que, si es maltratada, nadie la defiende; que, si tiene una gran alegría o una tristeza que le invade, nadie tiene con quien compartirla…

¿Y si…? Ante la proximidad de la Navidad, quizás nosotros podríamos hacer un poco más llevadero el desierto que nos rodea en el corazón de tanta gente; tendiendo puentes a aquellos de los que nos sentimos alejados por tener opiniones distintas o por enfados ya del pasado; o bien poniendo ternura allí donde el frío congela el corazón; o bien, simplemente, ayudando a alguien a ser un poquito más feliz, o a que sufra un poquito menos, o ayudando a que su carga sea un poquito más llevadera.

¡Ojalá que lo malo que nos rodea sepamos vencerlo y que nada ni nadie impida la paz del corazón y nuestro deseo de ser mejores, y HACER UN MUNDO UN POQUITO MEJOR. Era el deseo de nuestro Dios al venir en su primera Navidad. Y ahora cuenta con nosotros para que siga cumpliendo.

Son con nuestras débiles fuerzas, sí.

Fuente de la imagen: https://www.trecebits.com/donde-ofrecer-o-pedir-ayuda-en-internet-durante-la-pandemia-de-coronavirus/