Día 37 de confinamiento.

La ternura, estos días, que importante puede llegar a ser. Porque la ternura es el lenguaje de la bondad. Y, ante el peligro de, en algunos momentos, sentir las paredes de nuestras casas frías de, cuando no gélidas, el calor de un corazón que sabe ser hogar, ¡qué necesario es!

Hay quienes dicen que, a lo largo de la historia, las especies que sobreviven son las más fuertes, o las más rápidas, o las más inteligentes. Pero la experiencia histórica nos ha mostrado que no es así, sino aquellos que mejor han sabido adaptarse a los cambios. Como nos ocurre a nosotros ahora, aunque se trate de un cambio temporal. Aunque, eso sí, añadiendo lo de adaptare a esta situación sazonado con algo, para mí, imprescindible, la ternura., la bondad, la capacidad de servir de ayuda y de apoyo. ¿Por qué? Si la ternura anida en nuestro corazón, la capacidad de sentir empatía, cercanía, afecto altruista hacia otros trasciende la línea del egoísmo e, intenta abrirse hacia los demás.

Porque la ternura es cariño puro y gratuito envuelto en delicadeza. Y no digáis que no es maravilloso descubrirla, en tiempos de no confinamiento, claro, a cualquier nivel profesional en su labor cotidiana: en el médico, el maestro, el auxiliar de una residencia de mayores o de disminuidos psíquicos, en el que te atiende en una tienda o una oficina, en el taxista, en el jardinero o en el camarero…

Aunque hoy, la mayoría, sin salir de casa. Pero qué maravilloso es sentir la ternura del padre que cuida de sus hijos, de la esposa que mira a su pareja enamorada, la caricia tierna de la hija a su madre y tantos y tantos detalles tiernos entre los que conviven juntos. ¿Qué hay días más complicados? Ay…, qué importante es entonces encontrar el coraje para saber perdonar, para saber transmitir compasión, para saber pedir perdón, para dar calor cuando parece que empieza a hacer frío en cualquier corazón, o simplemente en cualquier relación.

Pero somos cristianos, así que aún hay algo más: esa ternura puede salir de nuestras cuatro paredes, aún sin salir físicamente. ¿Cómo? Preocupándonos por otros: ese amigo que ha perdido estos días a alguien amado, ese vecino que se siente solo y triste, ese familiar al que hace tanto tiempo del que no sabemos nada, esa oración a Dios por…

Jo, una llamada, un mensaje, una plegaria. Todo vale para destapar nuestra ternura.

Sé que puede parecer algo simple, débil. Pero es todo lo contrario, porque tiene que salir de uno mismo para llegar al otro, y activamente, con actos y con sentimientos. Y… cuántas veces lo poco es mucho…