Hay momentos en la vida que le llevan a uno a reflexionar en la apocalíptica, en el final, en el más allá. Sobre todo cuando las cosas no son como a uno le gustaría, o cuando la esperanza se nubla y necesita algo que resucite, o…

Quizás sería bueno saber que «apocalipsis» viene de un verbo griego (apocaluptein) que significa «quitar el velo», «remover el velo». Vamos, que es como una «re-velación».

Y, sobre todo en el momento en que los tiempos son particularmente dramáticos y, con su brutalidad (por llamarlo de algún modo), parecen contradecir de una manera aplastante el diseño amoroso de Dios, se quisiera «ver» el final de los tiempos. Vamos, «levantad el velo» que esconde el fin. Y aparece la apocalíptica (que se preocupa tanto del cómo como del cuándo).

¿Quizás en la Biblia encontremos algo de ese final y nos podamos reconfortar en la esperanza herida?

Ay, no, en absoluto; pero al mismo tiempo claro que sí: Porque encontramos un Dios hecho carne que no pregona el «fin del mundo», sino que invita a construir con él un mundo de justicia, amor y paz.

Es muy simple: él no nos invita a escapar o a cambiar «el fin de los tiempos», sino a anticipar «los cielos nuevos y la tierra nueva…».

Fuente de la Imagen: https://www.heraldo.es/noticias/internacional/2018/07/10/una-mujer-irani-detenida-por-quitarse-velo-denuncia-una-pena-anos-carcel-1256552-306.html