Esta frase sacada del evangelio según San Lucas, es una de las frases que nos debería de perseguir día a día para tenerla presente en todos los días de nuestra vida, ya que son demasiadas las veces donde desaparece la humildad y aparece el egoísmo y la prepotencia ante situaciones cotidianas. Pero no está todo perdido ni muchísimo menos, tenemos unas de las mejores armas contra este problema y es la oración, aquella que nos recoge de la desesperación y con la que podemos hablar con nuestro Señor. Esta, al mismo tiempo que nos ayuda a conectar con Dios, también nos ayuda a conectar con nosotros mismos.

Y esto es precisamente de lo que nos habla el evangelio completo, dos vidas completamente diferentes, un fariseo seguro de su religión y de lo correcto que era en ella y por otro lado un publicano arrepentido de sus pecados y temeroso de que Dios no tuviera piedad de él, y ante esta situación Dios eligió visitar primero al publicano ya que fue el que mostró su arrepentimiento y el que se humilló ante su Dios. Podemos ver en estos dos hombres cuya identidad en nuestros días diríamos que ha perdido fuerza, aun así, pudiendo entenderles, vemos que ambos son personas que visitan el templo de Jerusalén y en él se dirigen a Dios, donde tiene consciencia de él, se encuentran y se dirigen a él. Pero a pesar de hacer aparentemente lo mismo, lo importante de este evangelio y parábola es que, a pesar de ir a la iglesia, rezar y encontrarnos con Dios, no implica que estemos en Cristo y que el viva en nosotros, sino que puede ocurrir completamente lo contrario, para ello es importante ver cuál es la diferencia de estos dos hombres, lo que marca la diferencia, y esta diferencia en que uno no abandona a Dios después de salir de la iglesia, llevando a cabo esto englobamos muchas más cosas como darnos cuenta de nuestros pecados, saber disculparnos y arrepentirnos de ellos, no juzgar a los demás y un sinfín de cosas que nos acercan a nuestro Señor y hacen que nuestro corazón permanezca cada vez más y más abierto para su entrada en él.