Les propuso otra parábola:

«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».

(Mateo 13, 31-32)

Esta es una de las varias parábolas que Jesús usa en el Evangelio del pasado Domingo para explicarnos, a nuestro corto entendimiento, como es el reino de los cielos.

Esto del reino, también ha supuesto más de una pelea o herejía a lo largo de la historia de los cristianos, incluso ya en tiempos de los judíos, y la verdad, después de tantos años, seguimos un poco desorientados en esto del reino de los cielos o reino de Dios.

Entonces, a mí se me ocurrió una cosa, preguntarles a unas cuantas personas por este reino, ninguno de ellos es doctor de la iglesia, ni creo que lleguen a serlo, pero probablemente si representen a un gran porcentaje de la familia de los hijos de Dios. A pesar de pertenecer todos a la misma comunidad, a la misma parroquia, incluso a grupos de personas muy parecidos, podremos ver, como en poco se parecen unas opiniones de las otras…

 


  • El Reino de Dios es un lugar donde no puedes tener miedo y nunca te puedes sentir mal.

  • Para mí el Reino de Dios es un lugar idílico, porque bajo mi punto de vista, cuando nosotros muramos, iremos allí, y nos encontraremos con nuestros seres queridos y, viviremos para siempre, en compañía y bajo la protección de Dios.

  • El Reino de Dios es compartir nuestra vida con Él, sabiendo que a su lado nada puede salir mal.

  • El Reino es Jesucristo en cada bautizado que le deja crecer en sí mismo. El Reino, ósea Jesús, da sentido a la vida de la persona que lo cultiva y que le deja crecer. Cuanto más grande es el Reino en la persona, más sentido tiene su vida, más llena está su vida de Dios. Un Reino que está en guerra frente al Reino del Enemigo, que también existe, y que a veces le dejamos crecer en nosotros y nos destruye. El Reino de Dios hemos de hacerlo crecer en nosotros y extenderlo, es decir, llevar a Dios a otros, para que lo conozcan y lo amen.

  • Se podría decir que el Reino de Dios es nuestro siguiente destino más allá de la muerte, pero opino, que podemos sentir que pertenecemos al Reino de Dios cuando aprendemos a amar infinita e incondicionalmente a las personas de nuestro alrededor. Por eso creo que el Reino de Dios es la calidez interna que sentimos cuando descubrimos que Dios por siempre está a nuestro lado y cuando aprendemos a amarnos como Él nos amó y ama a nosotros.

  • Para mí el reino de Dios es el conjunto de personas que aman a Dios y se aman entre ellos y disfrutan de la creación. Dios decía; el Reino de Dios ya está aquí, id y predicad el Reino. En resumen, el reino de Dios es todo ya que Él resucitó por nosotros.

  • Para mí el reino de Dios es el lugar en el que convives con el Señor de una forma más cercana.

  • Para mí el reino de Dios es un lugar sincero y feliz, un lugar maravilloso donde puedes estar con Dios.

  • Para mí es el mejor lugar para estar, es decir la salvación o la gloria.

  • Tenemos ideado que el Reino de Dios es lo que llamamos cielo, que siempre he pensado que esto se ha creado para que el ser humano no le tenga tanto miedo a la muerte. Pero eso es algo aparte, el Reino de Dios es vivir feliz al lado de Él y saber que estás en sus manos para todo lo que tenga que pasar contigo. Y que mientras estés en su Reino todo va a ser como nuestro ideado cielo, pero somos tan tontos que estamos esperando a ascender a otro mundo más guay y no nos damos cuenta de que ese mundo es el que vivimos todos los días.

  • Para mí el reino de Dios es una permanente felicidad en la que no existe los problemas ni los malos royos, es un lugar donde vas a disfrutar de la compañía de alguien genial, alguien que te ha estado cuidando y te ha estado ayudando todo el tiempo sin saber quién es. Es la felicidad de lograr conocer a esa persona.

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  • Para mí el Reino de Dios es un sitio en el que voy a poder estar realmente con Él, y me va a ayudar a comprender todo y a disfrutar de todo lo que ocurre siempre junto a él.


Como podéis comprobar cada uno tiene una visión de este reino, en mi opinión ninguna más cierta que otra, porque todas coinciden en una cosa clave, en que el Reino de Dios, no es otra cosa, que estar en su presencia.

El problema que tenemos a la hora de entenderlo, esta donde siempre, en creer que el Reino es parecido a uno de esos reinos al uso, donde hay un lugar, un tiempo, una ley, un rey con corona y trono, y nosotros, los cristianos, no podemos imaginarlo de otra forma, que, como nuestros reinos, con nuestras coronas y tronos de oro, que con nuestras leyes que juzgan.

Pero como ya sabemos, Dios no entiende de leyes, no entiende de juicios, no entiende de espacio ni de tiempo, porque el poder de Dios es el amor, y el amor no se rige por nuestras leyes físicas, el amor no se puede entender si no es por el propio amor.

Por esto no deberíamos buscar un Reino así, pues más que un lugar en un tiempo, este reino, podría ser un estado de nuestro espíritu, en el que simplemente nos sumergimos en su amor, y al sumergirte, no oyes los gritos de un mundo egoísta, no sientes frio ni calor, solo sientes una cosa, la paz de Dios, la paz de sentirte amado por Él, y esa paz, es ese grano de mostaza, es grano de mostaza que crece dentro de ti, que crece en cada uno de nosotros, para dar sombra al mundo, para dar esa sombra de paz, para que el mundo entero anide en ese grano de mostaza que es el reino de Dios.

Así, con todas esas semillitas, el reino de Dios conquistará el mundo, pero claro, no lo hará con armas, ni con estrategias: tampoco con odios, rencores o venganzas. Lo hará con ese amor y esa humildad con la que Jesús planto aquella semilla de mostaza, naciendo en un pobre pesebre, acompañándose de unos compañeros, que poco entendían de nobleza o aristocracia, muriendo en una cruz. Y es que este es el único grito de guerra de los cristianos, el amor, pero no un falso amor, que busca ser visto, un amor de los verdaderos, de los que cambian el mundo sin darnos cuenta, de los que hacen que esa semilla de mostaza pueda crecer lo suficiente para que el mundo entero pueda anidar en ella, da igual que estemos vivos o muertos.

Así llegaremos a ese Reino, no necesitaremos esperar holocaustos o pandemias, el Reino ya está entre nosotros, Jesús nos lo regaló, de nosotros depende, que este Reino llegue a todos los rincones.