Toda historia personal comienza con un parto, con el nacimiento del protagonista de la historia, con un bebe al que le irán pasando una serie de cosas, que ira conociendo a muchas personas, que ira desarrollando diferentes capacidades, en definitiva, que descubrirá lo que es la vida y como actuar. A esta personita le educarán en una religión, con unos valores, teniendo unas creencias, unas motivaciones, sin llegar a ser consciente de lo que realmente esta haciendo. Esta persona sigue creciendo día a día, hace cosas como los demás, deportes extraescolares, catequesis, alguna academia, todo sin saber que esta viviendo una vida, que esta viviendo su vida.

Llega un momento en que encuentra personas que tienen unos valores diferentes a los suyos, unas creencias que no son compatibles a las suyas, que siguen religiones distintas. Estas personas le llaman mucho la atención, ¿por qué no son como él?, ¿se puede creer en cosas diferentes?, ¿por qué piensan así?… Entonces nuestro protagonista se replantea: “¿Mis creencias son ciertas?, ¿los valores que me enseñaron son los correctos?, ¿soy cristiano porque mis padres me han educado así o porque yo soy cristiano?” No sabe muy bien como contestarlas así que se limita a pensar en otra cosa. Estas preguntas parecen desaparecer cuando tiene la mente ocupada, pero siguen estando ahí y todavía sigue sin saber cuál es la respuesta. Sigue su vida con normalidad, va a misa los domingos con su familia, queda con sus amigos, va a clase…

Pero de pronto un día uno de sus amigos, le pregunta: “¿Por qué sigues yendo a misa? ¿Tu crees que Dios existe?” Él no sabe que contestar y limita a encoger los brazos. Esa misma noche antes de dormir se vuelve a hacer las mismas preguntas y va a intentar resolverlas. “Voy a misa porque van mis padres, pero ¿yo quiero ir a misa? Sí, no está mal. Y claro que creo que Dios existe. ¿Esto quiere decir que soy cristiano? ¿Sí verdad? Yo creo que sí”. Sus dudas parecen resolverse, continua con sus catequesis y va viendo como cada vez menos de sus amigos van con él a las catequesis, así que el también deja de ir (esto no quiere decir que haya dejado de creer en Dios), sigue yendo a misa y un año después alguien de su iglesia, le anima a volver a las catequesis. Él desde un principio tiene claro que no quiere volver a ir para quedarse solo de nuevo, pero dentro de él hay algo que le anima a ir, de vez en cuando se informa de las cosas que hacen, parece que se lo pasan bien. Y un día prueba, se muere de la vergüenza, no conoce nadie, solo a algunos de verles los domingos y no sabe como actuar. Termina la catequesis y todos los jóvenes le preguntan que, si quiere irse con ellos al bar para hablar, pero él ya había quedado con sus amigos y además no les quería incomodar. Todo sería más fácil si tuviese algún amigo con el que ir.

A la semana siguiente, una nueva reunión, esta vez no hará ningún plan después de la catequesis por si le proponen hacer algo. Después de la reunión descubre que hay una adoración, no sabe lo que es, nunca había estado en una, no sabe que es lo que tiene que hacer, se sienta con todos los jóvenes y solo se deja llevar, reza y pide por seguir encontrándole y seguir conociendo a gente con la que compartirle. Él no lo sabe, pero va a empezar a ser una piedra muy viva de su parroquia. En la adoración, aunque hace mucho frio en la iglesia, siente algo arder en su corazón, las canciones le ayudan a centrarse en Jesús, en la gente a la que quiere y se da cuenta de que solo piensa en su nuevo grupo. Después se van todos juntos a un banco del parque a hablar sobre la reunión y descubre que cada uno de sus nuevos amigos le aportan una nueva forma de interpretar el evangelio y le gusta escuchar los que todos tienen que decir. Él es uno más, cuenta como ve las cosas desde sus experiencias. Con el tiempo van creando nuevos planes, viacrucis, convivencias, campamentos… en los que va descubriendo más personas de la parroquia, a los catequistas, a los viejovenes (le hacen mucha gracia porque son personas mayores que siguen teniendo el espíritu de un adolescente), los niños… Todos ellos están fortaleciendo su Fe, están ayudándole a acercarse a Dios y descubrir su mensaje de amor. Les admira mucho y quiere ser como ellos y quiere que más gente sienta lo que él esta sintiendo. Así que se dispone a cambiar el mundo y que todos vean lo reconfortante que es tener a un Dios que es puro amor, que conozcan a aquel que dio la vida por ellos y encuentren su felicidad con la ayuda de la gente con la que compartes creencias.

Este personaje se despide ya con la satisfacción de haber podido expresar su felicidad de encontrar una parroquia en la que compartir tantos momentos llenos de Fe, de Amor y de Dios.