Que bonita es la fiesta de hoy. La Asunción de María. Cuantas fiestas en cuantos sitios… Aunque este año, de un modo diferente. María sigue siendo la misma. La fiesta sigue siendo la misma. Ahora, se nota que somos humanos, y como vamos cambiando las cosas. Le dice Isabel a María, antes de dar a luz: “Bendita tu entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre”. Ayer decía el Evangelio, siendo la misma fiesta: “Una mujer a Jesús: Bienaventurado los pechos que te criaron y el vientre que te llevó”. Solo que ya advirtió ayer Jesús: “Mejor bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.

Nosotros hacemos como que no oímos eso… Y así estamos en la fiesta de la Asunción de María, Asunción de María en cuerpo y alma al cielo. Cómo no vamos a meter calificativos buenos, si ya la Palabra de Dios comenzaba diciendo: “Un gran signo apareció en el cielo, una mujer vestida de sol, la luna bajo sus pies, una corona de 12 estrellas sobre su cabeza”. O la oración del comienzo: “Dios todo poderos y eterno que has elevado el cuerpo y alma a la gloria del cielo, a la Inmaculada Virgen María, madre de tu Hijo”. Y nada más empezar escuchábamos: “Celebramos hoy la solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo…” y continúa: “Verdad de fe recibida de la tradición de la Iglesia, definida solemnemente por el Papa Pio XII en el año 1950…”

Hace ya 70 años de la fiesta, después de la Segunda Guerra Mundial. Decían que como habían muerto tantas personas y millones de cuerpos destrozados y desaparecidos… para dejar claro que el cuerpo es importante… La de cosas que hacemos a veces sin mucho sentido… La Asunción de María al cielo, con todas las coronas que le queramos poner, todos los dogmas… Si es decir simplemente que María fue buena siempre. Fue buena siempre y todo lo demás no es tan importante. A ver si los niños africanos que padecen hambrunas nada más nacer, que no tienen nada, es menos que nosotros por haber nacido en otro sitio.

Para Dios somos todos especiales y solo espera de nosotros que seamos buenas personas, da igual las vueltas que les queramos dar, solo busca que seamos buenas personas. Buenas personas como María, que desde aquel Sí, hizo de toda su vida un Sí a Dios. Ya está, y eso lleva a esta fiesta. En el momento en el que María deja de estar en la tierra, va al cielo. Y en el fondo es tan genial esta fiesta, porque nos dice lo que nos va a pasar a nosotros, pero claro, hay tanto miedo a la muerte… y todo porque nuestra fe a veces es tan débil… Y podemos escusarnos en decir que María no podía morir porque es la madre de Dios, y subió en cuerpo y alma al cielo. No… Una vez que muere, muere de verdad y va al cielo. Da igual que María no tuviera pecado original, porque fue preservada del mismo, porque es la bienaventurada Virgen María… Da igual todos los apellidos que queramos darle. Y es que, el pecado original, provoca la muerte ¿no? No. El pecado original provoca la muerte de nosotros hacia Dios, pero la muerte no es mala. San Francisco de Asís llama a la muerte la Hermana Muerte… por algo sería. ¿O es que María no puede morir y Dios, hecho hombre, sí puede morir? Alguno diría: no, es que Dios no murió, hizo como que moría… Entonces, ¿también hizo como que amaba?

Cuando María murió, ¿tenía miedo a la muerte? ¿tenía miedo al encuentro con Dios? Los propios cristianos orientales, no celebran la muerte de María, sino que se durmió y subió su cuerpo y alma al cielo. Las monjas Carmelitas, del camino a Nohales, hoy tienen todo el día el convento abierto, y en una de sus celdas ponen la imagen de la Virgen María dormida, y la llaman la Dormición de María, para que la gente vaya a verla. María se duerme a este mundo, muere a este mundo precisamente porque fue buena, y sube en cuerpo y alma al cielo para dejar claro que el cuerpo es bueno, porque lo creó Dios también. Nosotros podemos decir que el cuerpo es malo, y que está rodeado de pecados. Pero no entendemos que el cuerpo es tan bueno como el alma, y el cuerpo no es como queremos imaginar a veces, como una cárcel que encierra el alma… Como si fueran dos cosas diferentes. Y entonces nos escusamos en que Dios crea cosas malas, o no, o todo lo que crea Dios está bien. Somos lo que somos, pero no lo entendemos muy bien, ¿cómo lo vamos a entender si Dios es Dios y nosotros somos nosotros? Pero sí que podemos entender una cosa, que la Asunción de María, en cuerpo y alma al cielo, es ejemplo para nosotros, y que en cuerpo y alma viviremos con Dios. ¿Cómo? No lo sé, ya lo descubriremos…

María fue siempre buena, y preservada del pecado original. Por ello fue al cielo, pero, ¿y nosotros? Pues nos pasará lo mismo, porque si María fue buena y subió al cielo, nosotros también podremos y será porque Dios también es bueno, porque ese es nuestro Dios, el que hizo a María ser como es, y a nosotros nos hizo para también un día estar con él. Por eso es genial esta fiesta, que nos recuerda el camino hacia el Señor, igual que María. Eso sí, debemos poner de nuestra parte. Igual que María hizo de su Sí a Dios toda una vida, ojala nosotros, nuestra vida, la hagamos de un Sí hacia Dios.