Hay un refrán que dice algo así como: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Bueno, como estamos en una reunión cristiana, yo iría un poco más allá y diría: “dime cómo es Dios para ti y te diré cómo eres”.

Todos, de un modo u otro, tenemos nuestra propia concepción de Dios. No importa si hemos estudiado sobre él o no. No importa si hemos ido mucho a misa o no. No importa si hemos rezado mucho o no. No importa. Todos tenemos, o creemos tener, una idea de Dios.

Quizás, sí, lo sintamos como Omnipotente y Todopoderoso, exigente en sus mandamientos, deseoso de recibir plegarias y sacrificios por nuestra parte, y esperándonos en el famoso Juicio Final. Y quizás eso forme parte de Dios. Pero ¿de verdad uno puede sentirse libre con un Dios así? ¿De verdad uno puede ser feliz ante el constante temor de fallarte o no serle fiel? ¿De verdad uno puede enfrentarse con alegría a la vida si está convencido que solo el sufrimiento y el sacrificio son caminos seguros para llegar a él?

Y es cierto que, por ejemplo, el temor de Dios es un don del Espíritu, pero que pertenece a la virtud de la esperanza. Y el sufrimiento y el sacrificio, es cierto que nos acercan a Dios, pero porque nos acercan realmente a su entrega en la cruz, donde descubrimos su amor sin límites.

¿Cuándo entenderemos cómo es Dios de verdad?

¿Recordáis la 1ª Lectura? Esa profecía de Zacarías, que habla de “tu rey”, de tu Dios, que destruirá carros, caballos y arcos (precisamente los ejes más importantes de cualquier ejército de la época). Suena a lo que no es porque, dice que destruirá todo eso sí, pero… <<modesto y cabalgando en un asno>>. No, no hay lugar en él para la fuerza y el poder. Solo mansedumbre y paz.

Y escuchamos en el evangelio: <<Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré>>. ¿Eso quiere decir que nos va a quitar los problemas? ¿Qué nos va a liberar de lo que nos oprime? ¿Qué…? Pero, sigue diciendo: <<cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso para vuestras almas>>. Cargad con mi yugo… Quizás, debiéramos saber lo que es un yugo, porque a primera vista podemos pensar que es como si nos pusieran unas cadenas, para que nos esclavicen. No utiliza Jesús la imagen del yugo para hablarnos de esclavitud. Una de las cosas que puedes encontrar en el diccionario sobre yugo es: una herramienta de madera (el mismo material que el utilizado para hacer una cruz) que se usa para unir dos animales por el cuello para hacer más llevadero el transporte de cargas pesadas. La carga pesada no la quita, sino que la hace más llevadera. Sí, el yugo es algo que requiere de 2, que une a 2 para que pueda ser llevadera la carga. De ese yugo habla Jesús. Él y yo. Él y cada uno de nosotros. Unidos inseparablemente. Caminando juntos. Compartiendo la carga. Andando a la vez, parando a la vez. Cansados a la vez, descansando a la vez.

Sí, es verdad que a veces, en la vida, nos encontramos con circunstancias difíciles, con una carga realmente pesada, y más estos últimos meses. Pero, en mi debilidad, ahí está él, a mi lado, haciéndome fuerte.

Ese es mi Dios.

Y solo una cosa más, una extensión de ese refrán con el que comenzábamos. “dime cómo es Dios para ti y te diré cómo eres para los demás”.