¿No creéis que no resulte, cuanto menos curioso, por no decir casi contradictorio, como termina el Evangelio?: Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
O sea, que el Mesías esperado, el Hijo de Dios que viene a decirnos que el Reino de los Cielos ya ha comenzado aquí, que Dios está con nosotros, que… Esas expectativas que había, esas esperanzas puestas en el envío del Mesías, esa ilusión de que Yahvé, por fin, de algún modo actuaría… ¿Se está llevando a cabo? ¿Y Jesús prohíbe que digan de él lo que es? Quizás sí, quizás tengan razón los que dicen, hablando del secreto mesiánico, que la gente no lo había entendido. Sí, quizás es verdad. El problema es si hoy, 2000 años después, no seguirá ocurriendo lo mismo.
¿Para qué quieres el Mesías? ¿Por qué vienes a tu Dios? ¿Qué buscas cuando te presentas ante Cristo Jesús, el Mesías?
Ya era normal aquella confusión de los judíos confundiendo a Jesús con Juan el Bautista, con Elías, con algún profeta importante. Entonces no existían los medios de comunicación que existen ahora. Hoy, ocurre una cosa en otra parte del mundo y no es que te enteres, es que la puedes ver. Entonces, llegaba alguien al pueblo y contaba que había oído, que decían por ahí, que había ocurrido hace un tiempo en no se donde… Y así llegaban las noticias, el boca a boca, cuando ocurría.
La gente había oído hablar de un tal Juan que bautizaba en el Jordán, y que era diferente. Y claro, fácil confundirlo con la figura de Jesús que, al fin y al cabo, también hablaba de bautizar. O, Elías que había más de 1000 años antes de que llegara Jesús, pero no era un profeta normal, era el profeta para los judíos. Es el único personaje de la Biblia que no habla de que muera en la Tierra, sino que teniendo a Eliseo como testigo se subió a los cielos. Los judíos pensaban que algún día tenía que volver. Si este Jesús de Nazaret es la mitad de lo que dicen, ¿no será Elías que ha vuelto? Lógica tenían esas respuestas, aunque no lo parezca. Y lógica es la respuesta de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Menos mal que Jesús matiza alguna cosilla diciendo que eso no lo has hecho tu, sino que lo ha hecho mi Padre, que está en los cielos.
Pero, lo que nos importa, ¿y vosotros? ¿Quién decís que soy yo? La pregunta ahora dirigida a nosotros. Si durante los años de nuestra vida hemos sido más o menos fieles a la hora de participar en la Eucaristía, esta pregunta la hemos escuchado más veces. A esta pregunta hemos tenido que responder más veces. ¿Y sabéis que nos jugamos mucho en la respuesta de esta pregunta? Porque, y aquí es donde viene esa tentación de responder como no quiere Jesús que respondamos, que es lo que nos puede confundir atendiendo a las palabras de Pedro. ¿Qué respuesta doy yo lo más teológica posible para poder hablar de verdad de Cristo Jesús? Y creemos que cuantas más palabras teológicas y “raras” digamos, parece que lo vamos a hacer mejor.
Sí, tu eres el Mesías, el Hijo de Dios hecho hombre, encarnado en el seno vaginal de María, que hoy provoca la transustanciación en nuestras celebraciones eucarísticas para entregarnos tu cuerpo y tu sangre, a quién alabamos en esa toxología final junto al Padre y al Espíritu Santo. Y da igual que lo entendamos o no, pero queda… que bien defino yo a Jesús. Pues Jesús no espera esa respuesta, Jesús no desea que le mostremos nuestros conocimientos. Jesús quiere saber quién es para nosotros.
¿Qué soy yo para ti? ¿Cómo influyo en tu vida? Para que lo entendamos, cuando yo estoy en la calle, soy cristiano, igual que aquí, porque creo de verdad que Cristo Jesús es ese Dios enamorado que se hizo uno como yo, murió en la cruz por mí, derramó su sangre por amor a mí, entregó su vida y murió por mi, y resucitó, y quiere estar conmigo. Es alguien a quién de verdad siento cerca de mí, lo tengo tan unido a mí que miro con sus ojos, oigo con sus oídos y actúo con sus manos, aunque todo ello sea mío. ¿Cuál es nuestra respuesta a esa pregunta? ¿Nos conformamos con una respuesta teológica y muy bien dicha? ¿O jugamos nuestro corazón en ella? Cada uno decide como contestar. Y tú, ¿Qué dices que soy para ti?