Hoy es la fiesta del Corpus Christi o fiesta del Cuerpo de Cristo. La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Aunque la Pascua ya acabó, pero es como si esto de la Pascua y las fiestas no hubieran pasado. Claro que, identificamos un montón de fiestas y demás con músicas, colores, bailes, procesiones, etc. Pero eso no es realmente la fiesta… Lo que pasa es que hemos vivido de verdad un tiempo de Cuaresma, Semana Santa y Pascua. Después de todo lo que hemos vivido. De todo lo que hemos sufrido. De todo lo que hemos experimentado.

Hemos escuchado una lectura del libro del Deuteronomio. Esa lectura es la Palabra de Dios, aunque fue escrita hace miles de años. Pero, como Palabra de Dios es para la vida. No es para muertos, es para vividos, es para nosotros. ¿Y si hoy la tradujésemos a nuestra vida? Sería algo así:

“El profeta habló al pueblo diciendo: Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer esta cuarentena en tu hogar, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones, si guardas sus preceptos o no. Para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. Te hizo recorrer ese tiempo que parecía inmenso y terrible. Pero nunca te abandonó, a pesar de las apariencias”.

Y luego hemos escuchado otra lectura de Pablo a los Corintios. También es Palabra de Dios. Escrita hace prácticamente 2.000 años. Y como Palabra de Dios es para la vida. ¿Y si hoy la también tradujésemos a nuestra vida? Sería algo así como:

“Venimos a la misa donde, el pan que partimos es comunión con el cuerpo de Cristo. Pues bien, el pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan”.

Y al final hemos escuchado un trozo del evangelio. Aunque este fragmento no necesita traducción:

“Dijo Jesús: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. El que come, vivirá por mí”.

¿Qué hizo Jesús cuando estuvo en la Tierra? Pues exactamente eso. Si nos hacemos uno con Él, nos unimos.

¿Hemos aprendido de nuestra experiencia en el confinamiento? ¿Hemos descubierto, aunque me gustaría más decir “recordado”, qué es lo realmente importante para nuestra vida? Y ahora, hoy, esta tarde, ¿Somos conscientes del vertiginoso milagro del que podemos participar en la misa?

El Amor hecho carne se nos da. Hemos terminado celebrando Pentecostés, la tercera persona de la Santísima Trinidad. El Amor puro y verdadero. Hemos celebrado la Trinidad el Amor vivo y en Dios. Ese Amor es el que se ha hecho carne y se nos da. Y es real. Y es verdad. Y estamos aquí. No perdamos la oportunidad de hacernos uno con él.