“Eres el más bello de los hombres”,Jesús. ¿Qué otra cosa podría yo buscar más hermosa sino a Ti, Jesús, mi bien? Y estás en la parroquia. Y allí hago todo lo que me gusta: cantar, leer, escuchar, celebrar, soñar, servir y amar. Hay una Voz única, tiempos de silencio, voces de niños, mayores envejecidos, jóvenes entusiastas.

Cuando más floja andaba de salud ella me acogió, fue mi refugio.

En este lugar encuentro a los amigos. Recibo de ellos saludos de alegría.

Mi vida se fue repartiendo en parroquias diferentes: San José Obrero, de niña; Los Salesianos, de jovencita; San Esteban, de moza; Santa Ana, cuando ya Jesús me andaba rondando y San Julián, donde se me manifestó abiertamente y me ha comunicado todo su amor.

En la comunidad encuentro la Salud, ordeno mis pensamientos, doy prioridad a los valiosos deseos y resto importancia a las insignificancias.

Jesús mi bienhechor, mi compañía. Tengo que darte gracias por tantas personas como han pasado por la parroquia y las que ahora están en ella. Son pedacitos de cielo.

Siempre me he sentido muy querida por todos. ¡Gran maravilla! Y es que la familiaridad es una nota esencial de la parroquia y nos ofrece el manjar deleitoso.