Hace tiempo mientras veía que no me daba tiempo a terminar todos los trabajos, a estudiar todos los exámenes…, tuve un momento de frustración, y me dije a mi misma: «Para y reflexiona». Siempre que me encuentro en este estado, me gusta pedirle consejo a mi madre. Y después de contarle porque me encuentro así, ella siempre me responde con lo mismo: «El truco está en saber ver bien las cosas».

Es curioso porque yo no supe entender esta frase, hasta que un día visitando un museo vimos una escultura la cual podías observar desde distintas perspectivas. Yo me quedé en el suelo, y mi madre subió a unas escaleras (desde ahí se observaba toda la figura desde arriba). Desde mi posición la escultura no era más que un enmarañado de hierros y cables, pero desde la posición de mi madre se observaba perfectamente el mensaje que quería transmitir el autor con una preciosa figura.

A partir de ese momento mi visión de ver las cosas cambió por completo, pero sobre todo me di cuenta de que todas esas veces en las que hemos dudado de nuestra fe diciendo: » Si el Señor es tan bueno, ¿por qué en el mundo sigue habiendo guerras, muertes, etc.? «. No nos damos cuenta de que no estamos viendo las cosas como a Jesús le gustaría.

Ese día me repetí la frase anterior, y en mi interior escuché la voz de Dios que me decía: «Desde ahí abajo puede que se vea como un enmarañado, pero el día que vengas aquí arriba lo entenderás»

Este pequeño detalle me hizo acercarme y tener mucho más en cuenta a Dios en mi vida, y sobre todo dejarme llevar y confiar mucho más en él.