Homilía. I Domingo de Cuaresma

Bueno, la verdad es que el desierto nos lo imaginamos siempre como un lugar árido, seco, de soledad. Y efectivamente es un lugar así. Pero en la Biblia es algo más; no solo un lugar, sino una situación existencial. Es algo que te supera, sí, que parece que puede contigo, que te hace dudar, que te hace creer que ya lo has atravesado y, de pronto, descubres que en el horizonte solo hay más y más desierto. Y hasta llegan momentos en que solo deseas ya rendirte.

Es como estos dos años de pandemia. Como un desierto que ha venido a nosotros, que no hemos siquiera ido a buscarlo. Y en cuántos momentos hemos notado como si se hubiera deteriorado nuestra relación con las personas tras creer que íbamos a salir todos mejores y más fuertes; y hemos vivido ausencias, y a veces definitivas, de personas, y de proyectos, de cosas, y…

Pero, así como la pandemia un día acabará, el desierto de la vida también lo hará; porque el desierto no es un lugar para quedarse, sino para atravesarlo.

Y nosotros ahora nos abrimos al desierto de la cuaresma. Igual que Jesús se abrió al desierto en su prólogo de vida pública. Y se enfrentó a esas tentaciones que le abordarían a lo largo de la vida por y para los demás: «Te has hecho hombre, pero, no lo eres, eres Dios. Actúa como tal y no te canses como los demás». «Sé nuestro Rey y condúcenos a la victoria derrotando al enemigo y dándonos gratis de comer». «Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz y creeremos en ti».

Y Jesús atravesó el desierto y vivió para amar, sin más.

Y nosotros podemos enfrentarnos en este tiempo que comenzamos a las tentaciones que nos aprietan: «¿Poner la otra mejilla? Noquea al enemigo y acabarás con el problema». «¿Abstinencia absurda? Busca grandes sacrificios, y algún día los llevarás a cabo y demostrarás tu gran fe y compromiso». «¿Buscar momentos de oración? ¿Para qué? La vida es la oración».

Cuaresma, tiempo de gracia y conversión, tiempo de ayuno y oración. Pero… solo recordar lo que nos dice el Señor cuando nos quejamos de que ayunamos y nos mortificamos y parece que él no nos oye: «Este es el ayuno que yo quiero: partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos».

Fuente de la imagen: https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Miercoles-Ceniza-Cuaresma-Reflexion-biblica_7_2314938487.html