“La paz os dejo, mi paz os doy” … ¿Cuántas veces hemos escuchado esta oración en misa, y ni siquiera nos paramos a pensar en lo que significa?

En el evangelio de hoy Jesús nos anuncia dos cosas, aparentemente inconexas. Primero habla de su Palabra, de guardar su Palabra; y finalmente de un anuncio, algo que nosotros tomamos por obvio, les anuncia el Espíritu Santo, comienza este pasaje diciendo:

“El que me ama guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”

La parte de guardar las palabras se supone que todos podemos entenderla, pero claro, podemos caer en la tentación de quedarnos solo ahí, en el titular de esta noticia, o profundizar en ella. Y es que, todo aquel que en su corazón guarde la Palabra, Jesús habita en él. Pero… ¿Qué es esto de guardar la Palabra? Claro, pues si yo voy a misa, la escucho, me entero, y ya la guardo… Como si fuese un examen o una oposición. ¡No! Dice guardar, no como quedárnosla para nosotros, como tomarla como una buena lección y quedárnosla, sino que dice guardar, como vivir con ella de acuerdo con ella, a todo el que hace esto, Jesús le promete que habitará en él y junto a su padre. Esto nos lleva a la segunda parte, al Espíritu Santo, si guardamos su Palabra, este habitará en nosotros. Conforme pasa la pascua, los evangelios tratan diferentes relatos en los que Jesús anuncia este regalo, su Espíritu Santo, aparentemente habla de cosas inconexas y sin mucho sentido, pero si pensamos en ese Espíritu Santo, veremos como todo encaja. Veremos como solo necesitamos querer que él este dentro de nosotros, y para que él esté, necesitamos hacerle un poco de caso y guardar su Palabra.

Y finalmente pasa a hablar de la paz.
“Mi paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo…”

Últimamente se habla mucho de paz, parece que todos sabemos lo que es la paz, y que para todos sería super fácil conseguirla. Ante cualquier conflicto internacional o cualquier guerra, siempre sabemos cual es la solución, y nos llenamos la boca de expresiones como: lo que habría que hacer sería mandar un ejército; o lo que habría que hacer es matar al causante de este desastre; o es que los ricos tendrían que dar todos a los pobres. Seguro que todos nosotros hemos dado y escuchado muchos métodos para conseguir esa paz. Sin embargo, en nuestras pequeñas vidas, discutimos como todos, nos enfadamos como todos, hacemos nuestras guerras como todos, y parece que, en esos problemas tan pequeños, no somos capaces de ver esa solución que también es más pequeña. Igual es que esto de la paz, no es tan fácil como en las películas, al menos si pensamos como hombres.

Jesús nos avisa, de que esa paz que él da, no es como la paz que nos suele dar el mundo. Esa paz que Jesús nos da, no es la que tantas veces nos han vendido. Jesús nos anuncia una paz que no entiende ni de vencedores ni vencidos, no entiende de poderosos ni de débiles, no entiende de desastres. Jesús ofrece una paz verdadera, y esa paz, solo la podemos alcanzar por ese regalo que nos anuncia, para cuando él no este. Esa paz que Jesús nos da solo entiende de una cosa, de amar al amigo y al enemigo. Esa paz ni siquiera garantiza que triunfemos en la vida, ni que lleguemos lejos, recordemos que a él esa paz le hizo morir a los treinta y tantos años. Pero es la única paz que es verdadera, la que nos viene por el Espíritu Santo. Solo la paz que nos da el amor, no porque evite problemas o conflictos, sino porque esa paz, es la que nos hace resistir, la que nos hace aguantar lo que sea, la que, aunque todo se derrumbe, nos consuela en que, por lo menos, tenemos el amor. Esa es la paz que Jesús nos ofrece, ¿acaso la podemos rechazar?

Fuente de la Imagen: https://elpais.com/mexico/2021-11-04/el-ejercito-mexicano-archivo-las-indagatorias-por-la-compra-de-pegasus.html