Tenemos un “problema” con nuestro Dios… No basta con ser “amigo” de Jesús; por ejemplo, “amigo” también lo fue Judas. La cosa está en que Dios no busca lo poco, ni le van las medias tintas, ni siquiera acepta los “peros”. Tenemos un Dios que quiere un seguimiento total, íntegro de nuestro ser, de nuestra vida; busca de ti y de mí una entrega total, según la vocación a la que a cada uno nos llama. Porque nos llama. Y no para un rato. Sino para siempre. Cada día. Cada hora. Cada minuto. Y esto es un problema: Dios nos complica la vida.

Es por eso, por lo que no basta con conocer a Jesús. No basta con creer en Dios. Ni siquiera basta con pasarme por la iglesia, ir a misa, etc. Porque nuestra fe no consiste ni siquiera en servir, como Marta… A ver, ¿de qué vale servir si no hay amor? ¿De qué vale ir a la iglesia si no es para encontrarte con el Amado, con el Señor, con tu Padre, con tu Creador, con tu Salvador? ¿De qué vale ser Marta, si no se es “primero” María?

Marta era amiga de Jesús, y posiblemente una amiga íntima. A su casa, acudiría muchas veces el Maestro, a estar con sus amigos, a descansar, a rezar con Marta, María y Lázaro; en fin, a disfrutar. Pero Marta no había comprendido todavía algo… La cuestión no es hacer cosas, sino por quién las haces. Marta estaba muy centrada en servir, estaba poniendo todas sus fuerzas en que todo estuviese bien. Pero había un problema: Marta no estaba pendiente del invitado. Su atención, sus esfuerzos, toda ella estaba volcada en el servicio, pero no en el invitado, no en Jesús.

Por su parte, María había aprendido una lección: lo primero es lo primero. Es decir, ella “estaba” con Jesús. La hermana de Marta sabía que se podía estar en las cosas de Dios sin estar en Dios. María nos enseña a que lo primero debe ser el Señor, vivir de Él, beber de Él, alimentarte de Él, dejarte salvar por Él, dejarte amar por ÉL. Tener una relación “verdadera” con Dios.

Se pueden hacer muchas cosas por Dios, sin tener relación con ese Dios. Se pueden hacer muchas cosas por Dios, y quedarte sin conocer a Dios, sin tener un encuentro con Él. En definitiva, puedes ser como Marta: andar muy afanado en el servicio a Dios y a los hermanos, a la vez que ni amar a Dios ni amar a los hermanos. Porque no hay amor donde no hay contacto. Es decir, los novios se aman, y lo manifiestan con besos y abrazos, con detalles en su relación, con… con toda su vida manifiestan su estar enamorados el uno del otro. No hay amor si no hay relación. Si te relacionas con las cosas de Dios, pero no te relacionas con Dios, puedes mover montañas con tu fe, pero de nada vale… porque, sencillamente, no te has dejado salvar por el Salvador. Has pasado de enamorarte del Amor… Y qué decir del hermano… Podrás servir mucho y más, podrás dar todo tu dinero a los pobres, podrás ayudar en todo a quienes te rodean, pero si no les quieres…

Por eso, ahora, descubrimos que aquel “problema” no es tal, sino que es una “bendición”. Dios quiere que nos demos por entero a Él y a los hermanos. El servicio no es lo central. Lo central, lo primero, es vivir a Dios; y cuando eso se convierte en una realidad en ti, entonces, tu servicio a Dios y a los hermanos tendrá sentido y no será una farsa…

¿Cómo relacionarnos con Dios? Él mismo nos lo ha dicho, Él mismo nos ha dado los medios: los sacramentos, su Palabra, la capacidad para rezar, el procurar ver siempre en los demás al mismo Cristo… Al final, cuando vives a Dios, el servir sale solo. Y será un servicio verdadero, será una obra de Dios, porque tú estarás siendo instrumento del Amor, otro Cristo aquí en la tierra. En fin, cristiano, discípulo, amigo de Dios. Alguien que le ha entregado totalmente la vida a quien es la Vida.

Dios en tu vida es lo mejor, porque te llama a lo más grande. Ser como Él. Déjate hacer por Él, déjate amar por tu Papá Dios.

Fuente de la imagen: https://catholic-link.com/eres-marta-maria-comentario-evangelio/