A lo largo de la historia ¡cuánta gente se ha jugado hasta su propia vida para ser fieres al Señor! En su gran mayoría, personas incomprendidas en su tiempo por su estilo de vida sus valores… intentaban vivir el evangelio sin más. Y no pocas veces encontraban oposición y rechazo incluso dentro de la propia Iglesia.

Pues toda esa gente nos contempla ahora y, quizás, se pregunta cómo sigue apuntando la segunda lectura: “¿Y vosotros qué? ¿Estáis corriendo la carrera que os toca?”. ¿Tenéis puestos los ojos en Jesús? Porque si lo hacemos, vemos que soportó el desprecio, el rechazo, la cruz. Porque el Reino que él anunciaba y al que dio comienzo provocó y provoca rechazo de muchos.

Y la verdad es que el Jesús que nos encontramos en el Evangelio no es muy dulce. Más bien intranquilizador poniendo las cosas claras: “¿Pensáis que he venido al mundo a traer paz? No, sino división”. Y también dice: “He venido a prender fuego en el mundo”. Es decir, que a veces, seguir a Jesús no es cómodo, no es tranquilo, no estamos exentos de desprecios y rechazos, como también lo estuvo él. Por ejemplo, hay que estar dispuesto a beber el mismo cáliz que él bebió; hay que negarse a sí mismo…

Supongo que hoy los cristianos, muchos de nosotros necesitamos salir de nuestra mediocridad. No basta con hacer alguna cosilla buena de vez en cuando, o no hacer cosas mal vistas. No es suficiente con acercarnos de vez en cuando a misa los domingos y rezar alguna cosilla o hacer un donativo. Es que tenemos que ser auténticos profetas y hacer oír nuestra voz, porque:

Hacen falta cristianos que se tomen en serio el mundo. Por ejemplo, de la política donde nos jugamos tantas cosas y nos muestran lo que es la honestidad y la vocación de trabajar generosamente por los demás, y no quedarnos en criticar y criticar sin más.

Hacen falta cristianos que se impliquen mucho más en el mundo de la educación, sabiendo dar prioridad a lo que más convenga a los niños y nos quedamos en criticar y criticar sin más.

Hacen falta cristianos que hagan oír más su voz en el mundo del trabajo, de los sindicados, de los medios de comunicación… y nos quedamos en criticar y criticar sin más.

Hacen falta cristianos que unan sus voces y acciones en defensa de la vida en todas sus dimensiones, y también en la ecología… y nos quedamos en criticar y criticar sin más.

Hacen falta cristianos que sean testigos del amor, y cristianos que vivan de verdad el sacramento del matrimonio y que demuestren que, con la ayuda del Señor, se puede ser fiel y feliz…

Hace falta poner freno a este camino desenfrenado en el que tantos caen y dejando en evidencia que cada vez hay más pobres y que la riqueza se queda en pocas manos.

Hacen falta cristianos que dan ejemplo de cómo se puede querer y cuidar a nuestros mayores, y a los enfermos, y a los marginados de todo tipo. Que se les vea participar en voluntariados, en acciones solidarias…

Y necesitamos que los que nos llamamos cristianos no nos avergoncemos de serlo y expresarlo, que n nos lo guardemos para dentro y que construyamos una Iglesia donde lo que reine de verdad sea el amor. Sí. El amor.

¡Ay! Las palabras “ardientes” de Jesús brotan de un corazón apasionado que quiere purificar (destruir con el fuego amoroso del Espíritu todo lo que no es de Dios, todo lo que impide el avance del Reino, todo lo que no es proyecto de Dios. Y ese corazón apasionado… le llevará hasta la Pasión. Pasión de Amor.

Venga, “no os canséis ni perdáis el ánimo”, decía la segunda lectura. ¿Nos atrevemos a poner nuestro granito de arena? Con la ayuda del Señor, todo es posible…

Fuente de la Imagen: https://www.worldchallenge.org/es/el-fuego-de-dios-sigue-ardiendo