Día 51 de confinamiento.

Bueno, dicen que poco a poco iremos saliendo de la situación actual para volver a la normalidad.

Aunque yo me hago una pregunta: realmente, ¿qué es la normalidad? Porque quizás, para muchos sea el poder salir a la calle cuando desee, comprar en las tiendas cuando quiera o tomarse un café en el bar cuando le apetezca. Y es cierto que el no poder hacer todavía esas cosas no es normal. Como tampoco lo es no poder abrir los colegios o vivir situaciones dramáticas por no poder trabajar.

Pero todo esto lo estamos sufriendo precisamente por otra realidad que es la que nos obliga a vivir esta situación, y es ese virus al que entre todos intentamos vencer.

Es verdad que el día que podamos comprar de nuevo una sartén yendo en persona, probarnos en la tienda cualquier tipo de ropa o sentarnos juntos en un banco, o simplemente darnos la mano para saludarnos… Todo indicará que ya sí, hemos vuelvo a la normalidad.

Pero por favor, no perdamos de vista que lo importante ahora aún no es eso, sino lograr que el virus no entorpezca nuestras vidas. Por eso debemos seguir intentando hacer bien el papel que nos toca a cada uno.

Ahora mismo, en nuestro hospital de Cuenca hay solo unos 30 enfermos ingresados por coronavirus. Hace unas semanas, prácticamente el hospital se veía casi colapsado de estos casos. Sí, entre todos lo estamos logrando. Pero hay que llegar a la meta. No basta con verla al final. Hay que salir del túnel, no basta con ver ya la luz al final.

La cuarta parte de esos pocos enfermos aún permanecen en la UCI. Sigue habiendo gente guardando obligatoriamente la cuarentena en sus casas. Y todas son historias de verdad y reales, y nos tocan más de lo que parecen. Tenemos a Gustavo en la UCI todavía, o a Dolores, otra del barrio, que lleva casi un mes metida en su habitación. Dice que a quien reza es a su hija… Y están a ver si les dan el alta.

A cuantos os duele cuando os enteráis de que muchos por ahí no hacen caso de las recomendaciones. Es cierto. Pero la inmensa mayoría sí que lo estáis haciendo bien. Y poco a poco, con paciencia, lo lograremos. Y el virus será vencido. Y entonces la normalidad será real. Y esa normalidad será más bonita. Y todo el sufrimiento y el dolor que muchos han vivido no habrá sido en balde. No dudéis una de las señas de identidad que nos acompañan en este tiempo: el futuro será el presente que queramos entre todos construir. ¡Y no estamos solos! ¡Adelante!