Es día 19 de confinamiento. Médicos, enfermeras y auxiliares. Porque hoy, hemos visto una foto… la foto de unas sanitarias abrazándose. Una foto prohibida en estos días.

Los protagonistas: dos mujeres jóvenes. Llevan una bata blanca, mascarilla, una red en el pelo. Los ojos cerrados, muy cerrados. Sus brazos desnudos. La bata es de manga corta. Y sus manos, sin guantes se aferran fuertemente en la espalda de la compañera. Lágrimas visibles e invisibles, llueven dentro y fuera de sus rostros. Sí. Es la tensión sin pausa que están viviendo estos días. Una tensión plasmada en ese abrazo prohibido y al mismo tiempo necesario. Enfermeras curando un enfermo detrás de otro, vigilando sus constantes, manteniendo el oxígeno administrando medicamentos y esbozando una sonrisa invisible tras sus rostros ocultos para evitar el contagio. Auxiliares mimando un enfermo detrás de otro, ayudándoles a estar limpios, cambiándoles de postura y de ropa. Intentando que su trabajo y sus caricias lleguen a los pacientes en su, tantas veces fría soledad. Sabiendo que el necesario contacto de la piel es imposible por evitar el contagio. Médicos tratando un enfermo detrás de otro, en esas visitas diarias, intentando encontrar el camino para que vuelvan a sonreír a la vida con esas decisiones en soledad profesional, pero soledad humana, con las que a veces, tendrán que vivir. Urgencias, UCI, habitaciones, plantas, pasillos, controles… y no hay descanso. Y ahí están.

A veces, un abrazo prohibido es el único momento para recuperar fuerzas y continuar en esa entrega a los demás. Por eso, simplemente gracias.