Hay veces a lo largo de la vida que tenemos que pasar por momentos oscuros para que más tarde veamos la luz . Y es que cuando atravesamos momentos difíciles ( un enfado con tus amigos, una enfermedad, la pérdida de un ser querido, etc.) es cuando más solos nos sentimos, incluso llegamos a sentir que Dios también nos ha olvidado, que nos ha abandonado, que ya no nos ama…Nos sentimos frustrados, tristes y enfadados, pues en ese momento todo su amor se nos viene abajo.

Pero estamos muy equivocados, es todo lo contrario. En los momentos más difíciles es cuando más cerca de nosotros está el Señor, es cuando nos tiende su mano para seguir adelante, cuando nos muestra su amor infinito. Y en cambio somos nosotros los que nos olvidamos de él y solo lo buscamos cuando nos interesa, en nuestros momentos de desesperación. Y eso lo debemos cambiar. A través de esos malos momentos nosotros debemos demostrale que nuestra fe es fuerte, que nuestro amor también lo es y que confiamos plenamente en él. Tenemos que amarlo, pero amarlo siempre, sea cual sea el momento. Y abrirle nuestro corazón solo así el podrá dirigirnos por el mejor camino.

Él es quien mejor nos conoce, y quien nunca nos abandonará, aunque nosotros nos olvidemos de él, él siempre tendrá sus brazos abiertos para rescatarnos y abrazarnos. Ya nos demostró la grandeza de su amor en la cruz, dando la vida por todos nosotros.