Hace unos días escuché una frase que nunca me había parado a entender, pues muchas veces la decimos sin pensar y sin saber bien lo que decimos. La frase era la siguiente: los amigos son la familia que elegimos, es una frase que pensamos rápido y decimos rápido.

Y rápidamente se me vino a la cabeza una pregunta con un gran trasfondo, ¿Qué son los amigos? O mejor dicho ¿tenemos claro que es un amigo de verdad? Porque todos tenemos conocidos o “amigos” con los que se puede salir a dar una vuelta, con los que poder tomar algo, pero ¿con cuántos nos podemos abrir y sincerar de verdad? Con muy pocos y como también hemos oído hablar por ahí, hasta los podemos contar con los dedos de una mano. Porque cuando las cosas nos van bien, estamos felices, podemos permitirnos algún capricho, siempre vamos a tener a gente a nuestro alrededor, pero cuando estamos tristes, cuando pasamos por momentos dolorosos y complicados, el número de personas que están a nuestro lado disminuye, y estos son los más especiales, los que de verdad son nuestros amigos.

Pero aun así a veces, por las razones que sean puede que nos hayamos sentido solos, es decir, sin alguien a nuestro lado, pero ¿de verdad estamos solos? Es fácil que es momentos malos nos olvidemos del mejor amigo que jamás podremos tener, ese es Jesús. Hagamos lo que hagamos, él siempre nos es fiel, nos perdona, aunque le hagamos daño y siempre se acuerda de nosotros. Pero como cualquier amistad, hay que cuidarla por ambas partes porque, aunque él nos ame tanto si nosotros no somos capaces de darnos cuenta, ya no solo de que está a nuestro lado, sino de que nos ama muchísimo, es cuando por nuestra culpa nos sentimos solos, notamos esa distancia que nos aleja. Pero nunca nos encontraremos con su puerta cerrada. Debemos dedicarle el tiempo que merece como lo haríamos con cualquiera de nuestros amigos y así nuestra amistad cada día irá creciendo y la distancia entre nosotros irá disminuyendo.

 

 

 

 

 

Fuente y derechos de imagen: www.blogdeasisa.es