No sé, pero, quizás, a base de honrar a San Julián a través de su imagen, de subir a San Julián el Tranquilo o de acordarnos especialmente de él en un día como hoy, nos conmueva y nos enorgullezca por tenerlo como patrón. Pero en el altar. Arriba. Lejos. Diferente…

Sin embargo, tendrá que ser molesto para nuestra fe, incomprendido para nuestras teorías de la vida. Porque, en el fondo, su vida desenmascara la mediocridad en la que muchos todavía nos movemos. ¿No es cierto eso de que: “cada uno en su casa y Dios en la de todos”? “Hay que amar a todos, sí, pero mientras no se metan conmigo”. “¿Ayudar a los negritos de África? ¡Claro! Pero allí en su país, que no vengan a molestarnos aquí”. “¿Que no nos mandan todas las vacunas que acordamos porque otros países pagan más por ellas? ¡Es intolerable! ¡Ah, eso sí!, que los países más pobres se esperen, que nosotros primero. ¡O yo!”

Y, sin darnos cuenta, nos sumergimos en una onda de egoísmo que, como en el agua, imperceptiblemente, se va haciendo más y más grande.

Sin embargo, Julián, San Julián, fue diferente. Aún siendo igual a nosotros. Tuvo poder, pero no lo utilizó para mandar, si no para servir. Tuvo dinero, más que muchos, pero no lo utilizó para sí, si no para los demás. Tuvo tiempo, pero no lo malgastó, si no que lo aprovechó para amar.

Es nuestro patrón porque en Cuenca, en nuestra Cuenca, nos amó. A todos. Sin distinción. Un cestillo, una palabra, una oración. No mucho más. ¡Y cuánto en tan poco!

¿Queremos honrarlo? Imitémoslo. Para eso lo celebramos y lo recordamos.

Y buscó la unidad amando tres religiones a la vez, tan diferentes y tan opuestas aparentemente en aquellos tiempos. ¿Y si volviéramos, poco a poco, a sentirnos todos más unidos? Porque en la unidad está siempre la victoria. Y ahí nace el amor.

¿Acabará esta pandemia que estamos viviendo insoportablemente ya a veces? ¡Claro que lo hará! Porque contamos con la intercesión de gente real, como San Julián, que sigue viviendo hoy entre nosotros buscando soluciones, trabajando en primera línea o incluso cerrando sus negocios, con lo que ello supone, para que podamos salir adelante. Y saldremos adelante, claro que sí, pero cuando consigamos hacerlo todos unidos. Como San Julián desea que vivamos. Y ánimo, porque la luz, al final del túnel, y porque estamos vivos, ya está cerca.