Fiesta de la Santísima Trinidad. Dios, Uno y Trino, Trino en Uno. A quién, en la liturgia, le afirmamos adorar en tres personas, de única naturaleza e iguales en dignidad. Sí: un solo Señor, no una sola Persona, sino 3 Personas distintas de una misma naturaleza.

Es el dogma central sobre la naturaleza de Dios. Es la afirmación de la hipótesis: 3 Personas distintas o hipóstasis. Si hipóstasis se refiere a algo así como el ser, la sustancia, realidad ontológica, al aplicar el término persona para referirse a la Santísima Trinidad, queremos significar “sustancia singular”, algo distinto de la naturaleza (la physis) y la sustancia sin más (ousía). Vamos, que llegamos a afirmar que la Santísima Trinidad son 3 Personas distintas e inconfundibles, pero, cada una de ellas, hipóstasis de una misma esencia inmaterial.

Y podemos seguir hablando de la unión hipostática para referirnos, ya en la segunda Persona, el Hijo, a la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en Jesús. Así, Cristo es Dios hecho carne, plenamente Dios y plenamente hombre. No mitad y mitad. Entero Dios y entero hombre. Unidad del Verbo de Dios y de la naturaleza humana. Uno y el mismo. “En dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin reparación”. Eso sí, manteniendo cada una su consistencia óntica y dinámica.

Aunque… Misterio de la Trinidad… Misterio de Dios hecho hombre… Misterio… Misterio…

Y acabamos de escuchar: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. “Dios no mandó a su hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”.

Es, simplemente, Misterio de amor. Misterio, sí. Pero no se puede amar tanto. No se puede ser solo amor. Rabia, envidia, enfado, odio, temor… ¿no cabe nada de eso? No. Amor. Solo amor. Ese es nuestro Dios. Tres Personas. Solo amor. Amor encarnado. Amor en la cruz. Amor en nuestro corazón.

Descubrámoslo…