Dia 22 de confinamiento. Domingo de Ramos.

Es una alegoría este día, el Domingo de Ramos. De éxito o de fracaso porque, al principio hemos recordado un momento apoteósico en la singular vida de Jesús. Todo a las puertas de Jerusalén, suena a triunfo, a reconocimiento. Títulos de Mesías, divino humano y cantos de explosión jubilosa. Canta Jerusalén. Pero, en unos minutos de misa acabamos de encontrarnos con traición, cobardía, miedos, sentencia injusta, sufrimiento dramático, muerte ignominiosa. Hemos dado un paso de la luz a la oscuridad.

En nuestra vida cotidiana, vivíamos tranquilamente y nuestra fe, en un Dios Padre, nos aseguraba éxito cada nuevo amanecer y compañía cada atardecer. Y de repente, en estos días, enfermedad, dolor, sufrimiento, muerte. Y, aquella soledad encarnecida, vivida por el Señor en su Pasión y Muerte se plasma también en tantos enfermos. ¿Es esto lo que celebramos hoy y estos días? ¿El paso de la luz a la oscuridad? ¿El triunfo del mal contra el bien? ¿La supremacía del odio frente al amor? No. No. Y mil veces No. Iniciamos una semana no de temor, si no de amor. Y no triunfará la oscuridad si no la luz. Y no triunfará el mal, si no el bien. Y no triunfará el odio, si no el amor.

En la historia, Jesús venció, porque resucitó. Y hoy está vivo. Ahora faltamos nosotros. ¿Que estamos viviendo un largo viernes de Dolores, o incluso una Pasión desoladora? Pues sabed que la luz volverá. Y nuestro sacrificio merecerá la pena. El mundo volverá a sonreír. Solo una cosa, no nos viene dado todo entero. Tendremos que poner nuestro granito de arena. Por eso la pregunta es: ¿Seremos capaces de, entre todos, cuando esto pase, construir un mundo un poco mejor?

Este año no habrá procesiones, pero nuestro corazón, con ellas o sin ellas, sigue estando ahí. Es el mismo. Es el nuestro. Pues, que nuestros corazones, sostenidos por Cristo Jesús que vive, sean los protagonistas de verdad. De un mañana mejor que llegará. De nosotros depende.