Supongo que hay veces que, si no tenemos muy claro quién es Dios, el nuestro, no vamos a lograr alcanzar en plenitud el contenido de su Palabra, aunque infinita como es, siempre nos quedaremos abajo.

Acabamos de escuchar una Palabra, ya desde la Primera Lectura, en torno al perdón, y supongo, si la hemos escuchado, que todos tenemos claro que habla del perdón. El vuestro no lo sé, pero el mío (hablo de Dios) no perdona. Voy a intentar explicar por qué yo pienso que no perdona.

Para nosotros, el perdón, supongo que es que, si alguien me ofende, me hace daño y luego me pide perdón, yo le perdono. Pero hay un detalle ahí, y es que, le he perdonado y le he perdonado de corazón, pero soy incapaz de olvidar la ofensa que me hizo. Y lo he perdonado de verdad pero no he olvidado la ofensa. Y si algún día me vuelve a ofender, quizá lo podré perdonar otra vez, pero no olvidaré la ofensa. Ese recuerdo se irá acumulando. Pero bueno, es el perdón ¿verdad?

Entonces, Jesús nos cuenta una parábola. Un hombre que debía 10.000 talentos, y a él le debían 100 denarios (1 denario es el jornal de un día, por lo que le debía una buena cantidad). Ese alguien al que le deben 100 denarios no va a perdonar la deuda del que se lo debe. Y lo va a meter en la cárcel y todo hasta que le pague su deuda. Pero a este le han perdonado 10.000 talentos. El talento es la moneda más cara que tenían, así que sería mucho dinero. Y se lo habían perdonado entera. Eso sí, él no iba a perdonar.

Si es que, la Palabra de Dios solo va de perdonar. Hemos empezado escuchando a Pedro decirle a Jesús que cuantas veces teníamos que perdonar. ¿Hasta 7 veces hay que perdonar? Cabe decir que el número 7 significa infinito. Maestro, ¿tenemos que perdonar siempre? A mí me encanta este instante en el que Jesús le dice: No Pedro. No te digo hasta 7 veces. Porque me imagino la cara de Pedro pensando que hay que perdonar siempre. Pero Jesús le dice que hasta 70 veces 7. Pedro se vendría abajo…

Vamos, que el buen cristiano tiene que perdonar, y tiene que perdonar siempre. Pero claro, Dios no perdona (pienso yo). Entonces, ¿a qué viene todo esto? ¿Cómo no va a perdonar Dios si es tan bueno, misericordioso…? Es imposible perdonar de corazón si no hay amor. A la persona que amas de verdad, tú no la perdonas, tú la amas. Y si la amas de verdad, en cuanto vuelve a ti se te ha olvidado lo que ha hecho. ¿Perdonarla? El amor está por encima del perdón.

Recordad la parábola del hijo pródigo. Cuando el hijo pródigo vuelve, ¿el padre dice te perdono? No, lo abraza y lo cubre de besos. Todo ese amor que tenía sobre él y que no podía cubrir, se desborda cuando lo ve. Lo quiere tanto porque el amor está por encima del perdón. Pero claro, es el perdón divino, que es amor. Lo que pasa es que nosotros somos humanos y necesitamos hablar de perdón, porque lo otro…

Pero no recordáis las palabras de Jesús…: Yo no he venido al mundo a condenar al mundo. Yo no he venido al mundo a juzgar al mundo. Podría haberlo hecho… vengo a juzgar al mundo pero lo perdono y muero en la cruz. Yo he venido al mundo para que el mundo se salve. Nuestro Dios se hizo uno de nosotros por amor. Nuestro Dios hecho hombre murió en la cruz por amor. Y ese amor es el que nos abrió las puertas del cielo. Pero es verdad que nosotros necesitamos hablar de perdón porque necesitamos ver lo más sencillo.

Muy bien, pues para poder entenderlo, Dios nos perdona siempre. Siempre que le pidamos perdón. Haced vosotros lo mismo. Ay si amásemos como él nos amó… Ni nos plantearíamos estas cosas. Mientras tanto, yo os invito a que penséis en la oración del Padre Nuestro, pero como una petición esa parte que si no, sería muy dolorosa: “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Como Dios tuviera que perdonarme del mismo modo que perdono yo… Sería imposible recibir el perdón de Dios. Por eso cuando digo: “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros (intentamos perdonar) a los que nos ofenden”, porque es muy difícil. Aunque, en el fondo, lo que le estoy pidiendo es que me ayude a amar como él, porque es el único modo que hay de perdonar de verdad. Cuanto más amas, más fácil es perdonar de corazón, porque menos te cuesta, más sencillo es, incluso intentar olvidad. Cuanto menos amas, más difícil es y… cuánto cuesta. Por eso, ayúdame a perdonar Señor, ayúdame a amar. Quizás entonces aprenderé a perdonar.