Homilía. II Domingo de Cuaresma

Mucha gente se preguntaba si no sería Jesús el Mesías. Y ello porque hacia y decía que hasta ahora nadie había sido capaz. sus obras para con los demás serían imposibles si Dios no estuviera con él. Y sus palabras… dejaban una paz en el corazón, una confianza en el porvenir y una seguridad en la fe que te conducían a Dios sin necesidad, a veces incluso, de entender.

Pero se avecinaban acontecimientos que harían dudar incluso a los más firmes en la fe. Será apresado como un ladrón, juzgado como un blasfemo, condenado como malhechor y muerto. Muerto, sí.

¿Fue por eso por lo que Jesús mostraría su gloria divina, en el monte de la Transfiguración a los suyos? Y, si es así, ¿por qué no la mostró a todos los apóstoles, sino solo a aquellos 2 que cogió para que lo acompañaran? Como siempre, Jesús nos deja con preguntas a los que nos cuesta responder. Pero él es así. Se transfigura, hace una manifestación teofánica que derretirá a los corazones más testarudos, y acaba bajando de la montaña como si nada hubiera pasado.

No, no es tan difícil creer que Dios sea Trinidad, o que crease el universo en miles de millones de años como si fueran días para él, o que… Pues en el fondo solo hay que creerlo. Pero creer en el Dios de la Encarnación, en el Dios de Belén o en el Dios de la cruz… creer en un Dios que puede ser pisoteado por nosotros… creer en un Dios que muere… Eso ya cuesta más…

¿Quizás fue por eso por lo que Dios mostró a Pedro, Santiago y Juan la gloria de Jesús? Pero, si fue así, ¿por qué luego Pedro lo negará, Santiago lo abandonará y Juan despreciarían a un segundo plano?

Constantemente Jesús me provoca preguntas a las que no encuentro respuestas convincentes. Pero también es verdad que solo entonces no me queda más que abandonarme en él y dejarme llevar por él.

Y, sí, entonces descubro en ese monte que Jesús es de verdad mi Señor y mi Dios. Y que, desde la ignorancia y la incomprensión, al mismo tiempo se que esa gloria que muestra es la gloria de Dios. Y que seguiré muchas veces dudando, y preguntándome sin encontrar respuestas, pero seguiré viéndolo como mi Señor y mi Dios. Y acabaré viéndolo en la cruz, derrotado y humillado, y, no se muy bien por qué, pero ahí es donde más lo veré como mi Señor y mi Dios. Que en la humillación más absoluta, más aberrante humanamente hablando, sea donde vea su mayor grandeza, quizá sea porque episodios como el de la Transfiguración, aún sin entender muy bien, me han ido acercando a su corazón.

Continuará la Cuaresma. No podemos quedarnos en lo alto del monte. No importa. Jesús bajará con nosotros y caminará a nuestro lado. Y se despegará para reconocer el camino de la Cruz. Pero volverá. Resucitado y glorificado. Y ya nunca nos dejará. Y seguiremos con  nuestras dudas, y con nuestras interrogaciones. Pero no importa. Porque él siempre estará ahí con nosotros. Nuestro Dios y Señor. El de la Cruz. El de la glorificación. El mismo.

Fuente de la imagen: https://palabrasdeaguayluz.blogspot.com/2015/08/la-transfiguracion-del-senor.html