No se si habéis oído hablar de la parábola de los trabajadores de la viña, si no es así os voy a hacer un resumen.

Esta parábola nos asemeja el reino de los cielos con un propietario que sale al amanecer a buscar gente para que trabaje en su viña. Encuentra a unos hombres que estaban sin trabajo y llegan al acuerdo que al final de la jornada les pagara un jornal, según transcurre el día se va encontrando a más y más gente que trabajara en su viña. Al terminar el día el propietario de la viña pide que cobren primero los que mas tarde se han incorporado al trabajo y les paga un jornal a cada uno, siguiendo así hasta los primeros que contrató. Estos al cobrar los mismo que los que llegaron más tarde le preguntaron al propietario que porque habían cobrado lo mismo si ellos llevaban trabajando todo el día y algunos solo habían trabajado una hora, a lo que el propietario les contestó que el había llegado al acuerdo con ellos que iban a cobrar un jornal y que el era libre de hacer lo que quisiese con su dinero.

¿Qué nos quiere explicar esta parábola? Pues muy fácil, nos enseña que Dios siempre está dispuesto a llamarnos a su viña, él nos ve que estamos desocupados, sin hacer nada, pensando en nosotros mismos y siempre nos invita a estar con él, a acompañarle en las misas, a hacer las cosas por él y no por nosotros mismos.

Otra de las cosas que tendemos a hacer es comportarnos como los trabajadores que llevan todo el día trabajando, ya que nosotros llevamos “toda la vida siendo cristianos» (con nuestros altibajos de fe) y nos creemos que por haber estado ahí todo el tiempo con el merecemos más que las personas que empiezan a creer, las personas que por alguna experiencia traumática, por algún suceso inesperado o por que si empiezan a estar con él y seguirle a todos lados, tal y como llevamos haciendo nosotros todo este tiempo. Somos tan egoístas que pensamos que por llevar más tiempo a tu lado merecemos más que los recién llegados cuando realmente nosotros somos los que tenemos que darnos a ellos, tenemos que entregarnos y enseñarles lo que tu nos enseñaste, para que ellos hagan lo mismo con otras personas y así haya más gente contigo, más gente que te sigue, más gente que cree, que tiene fé y que quiere estar a tu lado.

Así que vamos a centrarnos de una vez, vamos a dejar de mirarnos el ombligo y vamos a hacer las cosas por los demás, vamos a estar por y para los demás, porque en los demás es donde vamos a encontrar ese jornal que nos debe Dios, ese jornal que nos tiene preparado por haber trabajado duro y haberle ayudado a evangelizar, por haber luchado contra nuestra envidia y así poder enseñar a todo el mundo lo guay que estar con Dios, ese jornal que es lo mayor que puede entregarnos: su amor.