A lo largo de toda nuestra vida hemos estado presentes en muchas eucaristías donde hemos tenido la suerte de poder escuchar los evangelios del Señor, también hemos podido saber de ellos en casa o en cualquier otro lugar gracias a nuestros evangelios de bolsillo, pero siendo sinceros no siempre hemos prestado la suficiente atención a ellos, pero esto tiene solución.

El evangelio que quiero compartir lo escribió Lucas. Es un evangelio en el cual Jesús sube a la barca de Simón para enseñar a la gente y al acabar manda a los pescadores a volver a echar las redes al mar para pescar. Simón pese a estar cansado de estar toda la noche pescando sin ver ninguna recompensa sigue las palabras de su maestro. Las redes se llenaron rápidamente de peces, hasta tal punto que, al llenar las barcas, tal era el peso que estuvieron a punto de hundirse. Simón tras esta bendición, solo supo decirle al Señor que se apartara de él, porque era un hombre pecador y Jesús le respondió “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Desde este momento Santiago, Juan y Simón siguieron a Jesús.

En este evangelio igual que pasa en todos, la respuesta de Jesús es maravillosa porque no parece contestar claramente a lo que le dice Simón, ya que lo primero que le dice es que no tema, nos podría parecer algo más directo que le hubiera dicho que los pecados él los puede perdonar, pero no, le dice que no tenga miedo. Al mirarlo de este modo nos podemos preguntar: ¿a qué podría tenerle miedo Simón? O mejor dicho ¿Qué vería Jesús en él para decirle eso? Es muy difícil dar con la pregunta correcta, pero me atrevo a ponerme en la piel de Simón, si Jesús mi hubiera dicho eso, ¿cómo me lo tomaría? Pues, aunque parezca mentira lo que Jesús quería transmitir a Simón es lo que nos ha transmitido a nosotros en infinidad de ocasiones.

Lo único que quiere Jesús tanto de Simón como de nosotros mismos, es que confiemos plenamente en él, que no tengamos miedo a dejar nuestra vida en sus manos, que seguirle a él es seguir el camino de la verdad, y en más profundidad sabemos que al estar junto a él abriendo completamente nuestro corazón es cuando podemos encontrar y conocer nuestra verdadera vocación.

Esta realidad a todos nosotros nos produce miedo, despegarnos completamente de todo y de todos, estar dispuestos a dejarlo todo por él es un compromiso que muchas veces nos viene grande, pero ¿De verdad no estamos dispuestos a confiar en él? Es cierto que muchas veces la Fe viene acompañada de dar saltos al vacío sin saber dónde vas a caer o hasta que profundo llegaras, pero nos tenemos que llenar de fuerza sabiendo que nuestro Señor nunca nos abandona, por mucho que nosotros pensemos que así es, estamos equivocados, y sin parar de repetir las palabras que María le dijo a Dios, “Hágase en mí según tu palabra”.

No debemos tenerle miedo a lo que Dios quiere de nosotros ni a cómo puede cambiar todo nuestro mundo por él. Somos humanos y pecadores, con nuestras debilidades, nuestros fallos, nuestras caídas… pero al igual que Jesús perdona nosotros tenemos que ser capaces de perdonarnos a nosotros mismos y seguir su camino cada vez con más fuerza, al igual que saber perdonar a todos los demás.

Jesús lo dio todo por nosotros, ¿por qué no querer ser como él?