A menudo la sociedad en la que vivimos nos enseña que perdonar es un acto de débiles, de gente sin personalidad, o de gente con miedo a enfrentar lo que les incomoda, y es que siendo sinceros, perdonar no está de moda, pero aquí una vez más Jesús nos enseña que un nos falta mucho por mejorar, pues «si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” (Mt. 6:14–15), Jesús nos enseña que en el perdón está la redención, así como en el rencor se encuentra el pecado “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” (Mt. 5:22).

Cuando no perdonamos, olvidamos el perdón que un día se nos dió, y así como en la oración que nos dejó Jesús pedimos que «perdóne nuestros pecados» no debemos olvidar la segunda parte, «así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden».

El amor es lo más importante,y como dice el evangelio de Lucas «solo el que ama perdona».