El 16 de marzo de 2021, en el aniversario de aquel primer día laborable que tuvimos que mantenernos confinados para que el virus Covid-19 no pudiera con nosotros, quisiéramos dar a luz una obra que represente LA VICTORIA EN LA UNIDAD.

Una obra que consta de 2 partes.

Una plataforma donde queda reflejada Cuenca sobre todo en 2 formas: las piedras de nuestro entorno, pulidas por la historia y sobre las que siempre respiró nuestra ciudad, y las ventanas desde las que asoman esas manos que cada atardecer, a las 8, agradecían el esfuerzo de los que se mantenían en primera línea enfrentándose a la pandemia y eran palmeadas por el resto que, confinados, formaban también parte de esta unidad.

Así, simbolizan a:

  • Esa gente que trabaja en la sanidad: las enfermeras que suplían a los familiares en la compañía de los enfermos e intentaban convertir sus cuidados en las únicas caricias que podían ellos sentir. Pero también la gente de las lavanderías, y la gente de la limpieza, y la de mantenimiento, y también todos los médicos, y los administrativos, … Y tantos y tantos otros que, aun pasando aparentemente desapercibidos, formaban parte de esa lucha sin cuartel.

  • Aquellas personas, dependientes de un modo u otro de las instituciones públicas, que día a día salían para ayudar de mil modos diferentes: la Guardia Civil, que igual organizaba el tráfico que llevaba la compra a esa persona mayor que precisaba ayuda; pero también la Policía Local, y la Policía Nacional, y Protección Civil, y el Cuerpo de Bomberos, y los que tenían que recoger diariamente nuestra basura, y los barrenderos, y los que regaban y cuidaban parques y jardines, y esos maestros, profesores, pedagogos y gente de la enseñanza que, desde casa, intentaban mantener la tensión de aprendizaje de sus alumnos, … y tantos y tantos otros que, aun pasando aparentemente desapercibidos, formaban parte de esa entrega a su ciudad.

 

  • Los comercios que han tenido que mantenerse abiertos para que no nos faltase nunca nada esencial. Personas que tenían que atendernos personalmente sin cerrar nunca. Y los repartidores que no han dejado de moverse de un lugar a otro. Y los que tenían que preparar cada día lo necesario para surtir tiendas y comercios. Pero también aquellos comercios que no han podido abrir en semanas por mantener el confinamiento, teniendo que soportar las pérdidas por sus puertas cerradas en un sacrificio para vencer en esa lucha visible e invisible a la vez. Y, por supuesto, todos los trabajadores que han sufrido ertes y paro, esperando encontrar la luz en medio de esa oscuridad sobrevenida. Y tantos y tantos otros, aun pasando aparentemente desapercibidos, que también han ido poniendo su granito de arena con su esfuerzo particular

  • Toda la gente que ha sabido confinarse porque era lo único que podía hacer. Y que, sin embargo, sin salir de su hogar, ha logrado salvar muchas vidas al evitar la propagación mortal del virus. Niños, mayores, familias, soledades y miles de historias que han formado una unidad en la distancia.

 

  • Y, por supuesto, aquellos que ya no se encuentran entre nosotros, víctimas de esta lucha. Vidas truncadas. Historias finalizadas antes de tiempo. Sonrisas que nunca más brillarán. Corazones que, inesperadamente, dejaron de latir. Y todas sus familias que no podrán volver a sentir esa relación de amor con ellos porque, sencillamente, ya no están. Pero que siempre permanecerán en nuestro recuerdo y en nuestro corazón.

Y sobre esta base de nuestra Cuenca hecha de piedras de hoces y piedras vivas conquenses, la historia de la victoria gracias a nuestra unidad: Esa persona que, enferma, es asistida por un médico para, tras la lucha, cruzar la puerta hacia la vida de nuevo, saludando y dando las gracias, para reencontrarse con la familia en un abrazo que no abrazaba aún y un beso aún inalcanzable, pero real todo, con el niño de puntillas buscando formar parte de esa alegría final.


En definitiva, la intención es que todos los conquenses sintamos que, si conseguimos vencer esta enfermedad, es gracias al esfuerzo y la voluntad de todos unidos, cada uno en la medida en que pudo hacerlo, en el hospital, en el trabajo, en la calle o en la casa sin salir. Y siempre en el recuerdo los que marcharon en el camino.

Todos los que deseen colaborar en esta obra, pueden hacerlo ingresando un donativo en la cuenta abierta para la ocasión en globalcaja:

ES36 3190 1006 0652 7938 5727

(Titular: Parroquia San Julián – Monumento).

Y si superásemos la cantidad necesaria para la elaboración completa (40000 euros), el resto, tras la obra, se destinaría a obra social en la ciudad, conscientes de que es la otra situación dañada por la pandemia.