La verdad, cuando me encargaron esta reflexión, me dijeron que si no se me ocurría nada, podría hacerla sobre nuestra intención para este mes en la parro, nuestra ciudad. En ese preciso instante lo descarté, pues, ¿qué iba a decir yo de nuestra ciudad, que no pareciese un mitin, o algo así?
Aunque tras mucho reflexionar, se me ocurrió. Nada de lo que he dicho antes quiere decir que no me guste mi ciudad, de echo, siempre me considerado un enamorado de esta ciudad, no se la cantidad de veces que habré subido a la Ermita de San Julián el Tranquilo, a rezar el Via Crucis, a reflexionar sobre miles de asuntos que me preocupan, o simplemente a pasar un rato agradable con la gente que quieres. Igual que a tantos parajes como los que hay, el cerro Socorro, cerro de las Antenas, San Isidro, el castillo. ¡Cuantas experiencias maravillosas vividas en tan bonitos y espectaculares escenarios!
Todos sabemos como es Cuenca, que hay en Cuenca, y por que es famosa Cuenca. Es una de esas ciudades, que por suerte o por desgracia, vive de la tradición, no quiero decir que esto sea bueno o malo, allá cada uno con sus opiniones. El problema nunca es la tradición, el problema es hacer las cosas con la única justificación de que es una tradición, esa razón de que como siempre se ha hecho, si dejamos de hacerlo, podemos perder el respeto a todos nuestros ancestros…
¿Cuántas veces hemos oído estos comentarios en tantos asuntos de esta ciudad? Los toros, la Semana Santa, San Mateo, etc. ¿Cuántas veces vamos a estos actos vacíos de sentido? Por supuesto no esta mal, la diversión no es mala, pero… ¿Pensamos en lo que hay detrás de ello? Pensamos en por qué tiene sentido esa tradición, en que portamos sobre los brazos en las procesiones o lo que recordamos, en que recuerda San Mateo, o en que implica maltratar a un animal criatura de Dios como cristianos que somos…
Insisto, no estoy aquí para juzgar todo eso, los que me conocen saben de sobra lo que pienso, y los que no me conocen, no les interesa. Solo quiero, reflexionar sobre otra tradición, seguramente muchos ni la conozcan. Como dice el apóstol San Pablo en su carta a los Corintios: “Yo he recibido una traición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido”. Esa tradición de la que habla Pablo es la Institución de la Eucaristía, por la que recibimos una fuerza especial, al menos los cristianos, por la que llevamos a Dios, el amor dentro de nosotros, esa es la única tradición de los cristianos, el Amor.
Quizás a algunos esto puede sonarles abstracto, que lejos están Pablo o Jesús de la realidad que hay en Cuenca, pero en Cuenca, hubo un hombre una vez, que vivía esa tradición, y que a su vez, con su ejemplo decidió transmitírnosla a todos los conquenses, allá por el mil doscientos y pico… Hablo de Julián, si, nuestro San Julián, nuestro patrón. Aquel que hace ochocientos años, consiguió que musulmanes, judíos y cristianos, cosa que aún a día de hoy parece imposible, pues ya lo consiguió un hombre exactamente igual que nosotros, un hombre que vivía una tradición, una tradición en la que confiaba, una tradición en la que tenía firme fe, pero sobre todo una tradición en la que basó toda su vida.
Pidamos a San Julián, que nos ayude a los cristianos, a seguir transmitiendo esa tradición, a confiar en ella, y a apostar todo por el amor, que es lo único que importa.